lunes, 10 de enero de 2011

The naked true

“Hoy hay una cena de gala” dijo mi madre mientras bajaba por las escaleras
-¿Eso significa que no hay planes para hoy en la tarde? – pregunte mientras le contestaba un mensaje de texto a Lauren, mi mejor amiga
-Ni se te ocurra llegar tarde Kimberly –
-Estoy saliendo con Caleb –
-Vuelves a las 5 – dijo mi nana mientras yo salía por la puerta principal
Mis abuelos estaban organizando una fiesta de gala en su hotel. Eso significaba vino extranjero por doquier, mesas, arreglos florares, prensa, garzones, el stuff enloquecido y mucha gente importante. Tenía un vestido muy largo color negro con un collar de perlas, regalo de mi bisabuela, que me dio cuando yo tenía tres años de edad. Estaba con el pelo recogido y según Ryan, tenía el estilo de la época dorada de Hollywood. Ryan era mi novio en ese entonces, era un amigo de la infancia igual que Caleb, Emily, Sophie, Roberta y Lauren. Todos pertenecíamos al mismo círculo social.
Estaba al lado de mi padre, el estaba presentándome al canciller y al ministro cuando por alguna razón volqué mi cabeza y lo vi.
 ¿Alguna vez han visto a una persona que les ha robado la mirada? ¿A alguien que te captura tú atención preguntándote quien es, como se llama, de donde es, por qué es tan hermoso y misterioso, y muchas cosas más? ¿Alguien que despierta el Sherlock Holmes que llevas dentro? Así fue, vi a un hombre que según yo alumbraba en todo el salón, alto, piel blanca, pelo color negro azabache, elegante, misterioso, con una sonrisa encantadora y unos ojos mortales, un porte increíble, una nariz perfecta, cara angelical pero intrigante, en pocas palabras el hombre perfecto.
Sonreí y comencé a reír muy despacio imaginándome las cosas que diría Roberta, la de los pensamientos impuros según Caleb, mi mejor amigo, me imagine las cosas que dirigía si estuviera a mi lado en ese preciso instante.
-¿De qué te ríes Kim? – pregunto mi papa
-Ah, lo siento, me acorde de un chiste –
-Es tan encantadora – dijo el ministro sonriéndome
-No más que usted - respondí
-Buenas noches, ¿Cómo han estado? – pregunto mi madre
-Bien, te cuento que las negociaciones…. – y continuaron hablando mientras yo seguía mirando a aquel sujeto que estaba delante mío
-Disculpen, tenemos que ir a tomarnos una fotografía, un gusto poder saludarlos –
-El placer es nuestro – respondió el canciller
-Kim – susurro mi madre
-¿Si? – pregunte reaccionando
-Vamos –
Mientras caminábamos ella dijo:
-Tu abuela quiere que te fotografíen con Caleb –
-Dile que en un segundo estoy allá, tengo que hablar con Natalie, es muy importante –
-No te atrases, 5 minutos –
-Gracias –
Busque a Natalie entre medio de todas esas personas, luego la vi, me acerque a ella y le dije:
-Acompáñame –
-¿A dónde? – pregunto ella
-Quédate quieta y háblame sobre algo -
-Me confundís –
-Mira disimuladamente, ¿Lo conoces? El que tiene el whisky en la mano –
-¿El de negro? –
-Nat, todos están de negro… -
-Ah, si… -
-Ese -
-No, pero es hermoso – respondió
-Me resulta familiar -
-¿Quién es? – pregunto
-No sé, pero lo conozco de algún lugar –
-Voy a averiguar –
-Bueno Nat, hablamos luego, mi madre me está llamando –
-¡Te aviso cualquier noticia!  
-¡No te olvides! - respondí
Fui a la entrada principal y encontré a mi abuela, que estaba con Caleb, nos tomaron la foto para una revista y luego entramos para el discurso del alcalde de la ciudad. Mi papa me abrazo mientras el discurso comenzaba, dirigí mi mirada hacia otro lado y lo vi, otra vez.
Me quede mirándolo por mucho tiempo hasta que él se dio cuenta que lo estaba mirando, baje la mirada avergonzada porque me había pillado infraganti, mire al alcalde pero de reojo me di cuenta que el me estaba mirando fijamente. Sonreí mientras todos aplaudían y me volqué a verlo disimuladamente, el sonrió y inevitablemente yo también, nos quedamos haciendo contacto visual por unos minutos hasta que mi madre me dijo:
-Kimberly, te vas con Ryan, ya es tarde –
-¡No!- pensé al escuchar eso
Mi mamá me tomo de la mano y él se dio cuenta que tenía que irme, se despidió con su mano izquierda y una sonrisa en el rostro. Todo el camino a mi casa me quede pensando en el, analice su rostro detalle por detalle, tratando de recordar de donde lo conocía porque extrañamente me resultaba muy familiar, pero de un modo extraño, era como si algo me decía: ¡Averigua su nombre!, cosa que casi nunca me ocurría por que generalmente nada me llamaba la atención por más de media hora.
-Te veo mañana – dijo Ryan apagando el motor
-Gracias por traerme, te veo mañana – dije abriendo la puerta de su auto
-Te quiero – dijo Ryan antes de darme un beso
Salí del auto y camine hasta la puerta, gire la manija, me quite los tacones, y me senté en las gradas.
¿Por qué a Ryan se le había ocurrido besarme si supuestamente estábamos a punto de terminar?
Esas son las cosas que nunca comprendí de Ryan, nunca, un rato decía que me baja el sol y luego al mini segundo me decía que lo compre por internet, ¿O sea? Tipos como el deberían analizar sus ideas y luego decirlas o simplemente callarse la boca en lugar de generar la pregunta: ¿Tienes idea de lo que estás diciendo? Por no decirles por educación ¿Te tumbaron de niño? Porque sos estúpido.
Al día siguiente, luego del colegio fuimos a almorzar con los amigos de Caleb y las chicas para poder ver las fotos de la cena de gala publicadas en la revista de todos los días, luego Caleb, Santiago y Ryan se fueron a correr con el padre Caleb, un amante de la velocidad, deportes extremos, motocross, adicto a la adrenalina igual que su hijo, Caleb. El era mi mejor amigo desde que usaba pañales, era celoso, sobreprotector, alocado, divertido, buena persona y muchas cosas más que lo diferenciaban de los idiotas que tenía como amigos, el era diferente, más que un simple amigo, era mi hermano.
Lauren, mi mejor amiga, mi concejera, la persona que me subía los ánimos cuando estaba triste, la que me recordaba vivir con los pies en la tierra, la que me señalaba lo que estaba bien o lo que estaba mal, una de las mejores personas que conocí en toda mi vida, esa chica loca, divertida, seria, fuerte, la que te puede partir la cara con un solo dedo, la que no tiene miedo a nada, pero es frágil al mismo tiempo, Lauren, mi hermana del alma.
En fin, llegué a mi casa y  fui a mi habitación, deje las bolsas de compras en el suelo, me quite la gargantilla del cuello, abrí las puertas de mi balcón y me recosté en mi cama a leer un poco. Mientras leía me llego un mensaje de mi mamá, me sorprendí al leer: “¿Dónde estás?” una típica pregunta de mi madre, me escribiría eso aunque este a tres metros de distancia con un cartel que diga: ¡Existo mamá! porque generalmente era invisible para ella, le respondí que estaba en mi habitación, luego me contesto: “Hay alguien que quiere verte”. ¿Alguien quería verme?, ¿Quién? Me pregunte mientras me levantaba.
Me puse mis pantuflas de garras y fui al living room, abrí la puerta y vi… ¡Al sujeto!, me quede literalmente con el corazón en la boca, sin poder respirar, en shock total.
-¡Kimberly!, estás divina –
-Gracias Rebeca, ¿Cuándo llegaste? ¿Cuándo llegaron? – pregunte a la mejor amiga de mi madre
-¿Kimberly? ¿Cómo estás?  – pregunto el sujeto
El sujeto era Nick, Nicolás, el mejor amigo de mi hermano Andrew, ¡Con razón me parecía conocido! no lo veía desde que él y Andrew habían ido a Inglaterra para entrar a la universidad. En ese segundo pasaron muchas cosas por mi mente, me pregunte ¿El destino? ¿La vida? ¿Por qué me sentía así? ¿Por qué me sentía diferente?
-Bien, todo bien, gracias por preguntar – respondí nerviosa
-¿Rebeca vamos a tomar una copa de vino? – dijo mi madre levantándose
-Vamos, dejemos que los chicos se pongan al día –
-Te vi en la fiesta de gala – dijo mirándome a los ojos
-¿Si?, creo que yo también – respondí sonriendo
-Estás enorme, ¡estas altísima! –
-Te juro que no te reconocí, vos estas con cara de hombre –
-Yo tampoco, estas muy hermosa, y por cierto me gustan tus pantuflas –
-¿Es un cumplido o te estás burlando de ellas? –
-No, me gustan las garras – respondió riendo
-Ya quisieras tener una de ellas, ¿Ok? -
A los pocos segundos entro Andrew y Micaela, alborotando el ambiente como siempre, Andrew se tiro encima de Nick, y después cayó en el suelo y Micaela le tiro el almohadón y comenzó a correr.
-Viejos tiempos – pensé mientras las cosas volaban de un extremo al otro extremo de la sala
Fuimos a cenar los cuatros a un restaurante italiano, uno de mis favoritos. Fue uno de los días más divertidos de mi vida, reírnos como nunca al acordarnos de muchas cosas que habíamos hecho cuando éramos más niños, bueno cuando ellos eran adolescentes y yo era una niña.  Al final del día fuimos al puente que estaba al frente de una mansión blanca, ese puente que era testigo de confesiones, lágrimas y muchos recuerdos nuestros. Nos sentamos a respirar aire puro y a desconectarnos un poco del mundo, Micaela nos saco una foto para guardar ese momento mágico según ella. Tras que llegue a mi casa la imprimí y la puse en uno de mis nuevos porta retratos que había comprado esa tarde con la escusa de “usarlos” cuando realmente solo quería ver su rostro. Llegamos a mi casa y yo y Nick fuimos a la mesa que estaba al lado de la piscina, nos sentamos y comenzamos a charlar, a hablar sobre muchas cosas, la vida, el colegio, la universidad, autos, deporte y finalmente, el amor.
-¿Estas saliendo con Ryan, no? –
-Sí, pero estamos terminando –
-¿Terminando? –
-Sí – conteste riendo
-¿Por qué? –
-Por qué me… una larga historia, es un idiota, nos va mejor como amigos –
-Sin ofender, pero si es lo que pienso, que imbécil –
-¡Y mucho más! – dije riendo
-¿Y vos, estas saliendo con alguien? – pregunte
-No, termine con ella antes de venir –
-Ah, o sea que estás libre –
-Soltero y sin compromisos – dijo riendo
-¿Y qué tal con voleibol? – pregunto
-Bien, estoy en el equipo de mi colegio –
-¿Si?, ¡Qué bien! –
-Gracias – respondí sonriendo
-Bueno, me tengo que ir, mañana tengo una reunión temprano –
-Sí, ya es tarde –
-¿Nos vemos otro día? – pregunto
-Claro, nos vemos –
-Te cuidas princesa, me divertí mucho – dijo besando mi frente
-Nos vemos – dije mientras él se alejaba de mi
Lo perseguí con la mirada hasta que entro a mi casa y cerró la puerta, mire hacia el cielo y sonreí al recordar su voz y su perfume, sus labios en mi frente y su sonrisa, levante mi celular y me fui a mi habitación a dormir, a intentar poder dormir porque él no salía de mi mente. Cuando por fin logre dormir, Ryan me llamo, ignore su llamada y continúe durmiendo.
 Al día siguiente amanecí con un humor excelente, desperté y olí las rosas recién puestas en la mesa que estaba en el pasillo de mi habitación, el desayuno de mi nana en el comedor, su sonrisa y su “buenos días Kimmy”, las risas de mi hermano Andrew y el “Silencio Srta. Strauch” de mi profesora de drama. En la salida Ryan me dijo que quería hablar con migo pero en un lugar más privado, fuimos a almorzar al restaurante que estaba a 4 cuadras de mi colegio, nos sentamos y por mi intuición supe que sería de “nuestra crítica situación”, cosa que no me equivoque, pedí una porción de torta de chocolate y una copa de helado para poder superar ese momento.
-No me mires así, no quiero deprimirme –
-Te ves tan linda comiendo chocolate – dijo el
-Gracias por decirme que me veo gorda –
-No estás gorda, pero casi nunca comes chocolate –
-Estamos terminando, tengo derecho a comer todo el chocolate que sea –
-Sos única Kimberly, y por eso te amo –
Lo miré y dije:
-Organiza tus ideas, ¿me engañas y decir que me amas? Me confundís –
-¿La frase de Nat? – pregunto riendo
-Estúpido –
-Te amo, eso no va a cambiar nunca, pero aceptémoslo, no somos el uno para el otro –
-Lo estoy aceptando – respondí cortante
-¿Comiendo chocolate? – preguntó sonriendo
-¿Te importa? –
 -¿Puedo comer con vos? –
Lo mire y dije:
-No lo sé, creo que mejor te vas a la mierda –
Puse la torta al medio y comenzamos a reír
-¿Amigos? – pregunté
-Amigos – respondió Ryan
Me dejo en mi casa y me sentí rara al bajarme del auto sin mi beso de despedida, sonreí cuando cerré la puerta, al fin había cerrado ese capítulo de mi vida llamado Ryan,  camine hasta la puerta principal, la abrí y deje mis llaves en la mesa de la entrada. Deje mis cosas en el sofá y fui a mecerme en la hamaca.
-Oficialmente estoy soltera – pensé mientras mi cuerpo se movía de un lugar a otro
Cerré mis ojos y escuche la voz de Nick llamando a mi hermano.
-Andrew –
-¡Andrew! –
Abrió la puerta del jardín y me vio echada en la hamaca, lo mire sonriendo y dije:
-Andrew no está –
-Quedamos en vernos a esta hora, tengo que ir a comprarme una vagoneta –
-¿Seguís adicto a los autos? – pregunte levantándome
-No tanto… -
Lo mire y dijo:
-Sí, la verdad sí, es mi punto débil –
Comenzó a sonar mi celular y era Andrew, conteste y puse altavoz.
-Kim, si Nick va le decís que estoy cerca, Micaela está viendo unos tacones que para mí son todos iguales y no se decide todavía, la cosa es que… -
-Me plantaste – dijo Nick riendo
-Ah… no, la cosa es… -
Comencé a reír a carcajadas y Andrew dijo:
-Ya, basta, en unos 20 minutos estoy allá –
-Te pillaron – dije riendo
Colgué y Nick se sentó en el sillón, yo me senté a su lado, los dos nos miramos sonriendo y pregunte:
-¿Cómo se siente que te planten? –
-Duele… - respondió y luego comenzamos a reír
-Te cuento que ahora estoy en tu club –
-¿Club? –
-Solteros y sin compromiso –
-¿Terminaste con Ryan? – pregunto
-Sí, terminamos –
-¿Ya planeaste la fiesta? –
-¡Oye! –
-No estás triste – dijo mirándome
-Estoy ocultando mis sentimientos – dije bajando la mirada
-Mírame y decime que estás triste –
-¿Por qué? –
-Admití que no te duele haber terminado con el –
-Estoy triste… no lo estoy –
-¿Viste? – pregunto riendo
-Pero es un secreto – susurre
-Tranquila que nadie nunca lo sabrá  – dijo guiñándome el ojo 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Exprésate